sábado, 7 de diciembre de 2019

Continúan las Incidencias



La puntualidad de la compañía de los trenes gaboneses no es en absoluto su lema comercial. Y pienso que tampoco es de su interés. O al menos eso pude observar en el personal que trabaja con tanta desgana que parcece que todo les molesta. Hasta su peso.
A las 02:50 pasó el tren de Libreville dirección Franceville por Lopé. Nuevamente el Express, y esta vez he visto menos cucarachas!. Y la climatización sigue siendo exageradamente fría, innecesaria. Por la noche hace frío y bastante humedad.
Esta vez tampoco viajaban muchos pasajeros, y es que con algo más de un millon de habitantes que viven en este país parece que muy pocas personas se mueven entre las diferentes ciudades.
Tres horas más tarde, una vez amanecido, el tren se detuvo casi dos horas esperando a que otro de carga llegara a la siguiente estación y así poder continuar el trayecto. Es decir, seguiamos aumentando el retraso.
Al menos me valdría para poder observar durante más horas el paisaje cambiante que íbamos atravesando. Y parte de él es plenamente encantandor. La jungla tan cercana, la humedad y el calor del bosque, los diferentes verdes, los enormes árboles, la frondosa vegetación, los puentes sobre el caudaloso río Ogooué, sus afluentes también de agua canela porque no ha dejado de llover... hace de la observación una incansable visión hipnótica.
La siguiente parada la haría en Moanda, a unos 50Kms. antes de Franceville para acercarme al Parque Lékédi. Eran las cuatro de la tarde, casi siete horas de retraso, por lo que tuve que hacer noche en esta ciudad para continuar el viaje por la mañana.

Me he quedado en la Casa de Passage de la Misión Católica Saint-Dominique en una de sus más de 20 habitaciones (8.000Cfa./cama doble, lavabo, climatizado y baño compartido) en el centro de la ciudad, muy cerca de la zona comercial, que no es otra cosa que una calle principal de tierra y tres pequeñas transversales llenas de tiendas, varios grandes supermercados y el mercado, bastante ordenado y limpio, nada común de los que he visto hasta el momento.
Me puse en contacto con la dirección de Sodepal, la Sociedad de Explotación del Parque de Ledeki y con el hotel Impala quienes llevan este parque, creado para la protección e investigación de gorilas, chimpancés y mandriles (más de 120 en estado semi-salvajes habitan en sus bosques). Tanto el hotel como el parque me confirmaron que tendría plaza. 
El siguiente día, tras más de tres horas esperando transporte para ir a  Bakoumba (estos días hay carencia de combustible por el pésimo estado de las carreteras) pudimos subir a una ranchera cargada de madera que nos permitió, previo pago de 1.500Cfa. a cada pasajero (el precio normal es 1.000Cfa.) subir y sentarnos como pudiéramos . La carretera se encuentra en diferentes estados, desde bien asfaltada al comienzo hasta de difícil conducción por ser de tierra y piedras, muy deteriorada por las lluvias. Tardamos casi dos incómodas horas en hacer los 55Kms. de recorrido. Se encuentra a más de 800mts. de altitud y la temperatura es bastante agradable, sobre todo al atardecer. 
Me he quedado en una de las casas del hotel Impala (15.000Cfa./cama doble, baño, climatizado) un poco separado del centro del pueblo, a 10min. caminado de los restaurantes y bares locales. El desayuno de pan, unos trozos de mortadela, mantequilla, zumo de tetrabrick, leche y café lo cobran a 5.000Cfa., almuerzo o cena a 8.500Cfa..
En el pueblo por 1.500Cfa. se puede comer incluso mejor. Y hay más vida, por supuesto. Aunque es pequeño está bien abastecido con varias tiendas de comestibles y puestos que montan los propios vecinos en las puertas de sus viviendas.
La atmósfera es tan viva y relajada como la de cualquier pequeño pueblo de montaña, con niños jugando en la carretera de tierra, los más jovencitos paseando y los mayores sentados en las cantinas bebiendo cerveza o vino barato. Algún que otro joven se decide a mover el cuerpo al ritmo de la música que viene de cualquier local o vivienda.
En 1994 la compañía minera Comilog, explotadora de la mina de manganesio, dejó de trabajar con los habitantes de Bakoumba, realizando una reconversión de una parte de ellos para que trabajaran en una iniciativa nueva: la creación de un Parque donde darían una segunda oportunidad a muchos animales rescatados de negocios ilegales como el tráfico y la venta de su carne en el mercado nacional, o de ensayos clínicos. 
Comenzando también a estudiarse a muchos de ellos, a investigar enfermedades entre los simios y las personas, la creación de una lago-factoría de tilapias que abastece a toda la población de esta parte del país, etc..
Trazaron más de 265Kms. de pistas a través de la jungla y la sabana, transformaron lagos y ríos, aprovecharon el telesférico que transportaba el mineral para hacer un museo, construyeron el puente colgante más largo de Gabón (365mts.) permitiendo unas condiciones extraordinariamente magníficas para la observación de los primates sobre el valle y el río Mouilla que lo atraviesa.
Con una hermosa sabana, gran biodiversidad de aves, búfalos, Impalas, cerdos rojo de río y simios que, aunque los animales no pueden escapar por estar rodeados de un larguísimo cercado con alambres electrificados, viven en semi-libertad por todo el entorno. Todo el parque ocupa 14.000ha. dividido en módulos donde tienen clasificados a los animales.
Cada visita de aproximadamente tres horas (una por la mañana y otra al atardecer) se hace en todo-terreno, con un guarda y cuesta 10.000Cfa..
La entrada al parque se encuentra varios kilómetros antes del pueblo.
Los días los pasé entre las visitas al pueblo para beber cervezas y comer y por el interior del parque a través de su red de senderos para vehículos observando a los chimpanzés, un enorme gorila, grupos de mandriles -varios de ellos tienen collares geolocalizadores-, que fuimos en su búsqueda para hacerles un control, dándoles de comer varios sacos de bananas y llegando a estar a escasos metros del grupo.
Vimos también búfalos, Impalas (ciervos), cerdos rojos de río y muchísmas aves.
Uno de los principales atractivos de Gabón son sus parques nacionales y la vida en su interior, pero es muy costoso, los alojamientos son muy cutres, hay que pasar muchas horas o días caminando y la mayoría de las veces no se llega a ver muchos animales salvajes porque éstos se mueven dependiendo del clima y de las plantas u otros animales de los que se alimentan. Desgraciadamente aún se caza furtivamente en el interior de los parques y la mayoría de los animales prefieren mantenerse alejados de los humanos. La manera más segura de verlos es acercarse a lugares como Lékédi, donde profesionales especializado los cuidan y controlan.
Cruzar el puente metálico colgante, de unos 20mts. de altura habría sido un espectáculo si hubiera podido ver a los primates subido a las copas de los árboles, y a la altura de mis ojos. No pudo ser porque apenas había movimiento cuando lo cruzé. Era casi medio día y posiblemente estuvieran cobijados evitando los rayos del sol. Sin embargo, el sonido de la cantidad de aves sí que fue un espectáculo.
Finalmente no he podido visitar en embarcación de motor eléctrico la isla de los chimpancés, en medio de un gran lago donde viven un grupo de ellos, porque ese recorrido ya no lo realizan. Una lástima. Dicen que al acercarse la lancha muchos de ellos se asoman entre las ramas de los árboles a mirar. Incluso algunos se ponen nerviosos y suelen pelearse.
Hasta aquí me ha llevado el querer observar muy de cerca a los simios, mucho más fácil de seguirlos que en el interior de los bosques. 
Así pues, continuando el viaje mi siguiente destino es Franceville, en el extremo E. del país.